Steady as She Goes

Por qué somos (moderamente) optimistas acerca de la renta variable de los mercados emergentes

 

El año 2022 resultó ser uno de los más difíciles y volátiles para la renta variable de los mercados emergentes. A mediados de 2022, quedó claro que la inflación al alza, la desaceleración de la demanda en un entorno de subida de los tipos de interés y el aumento de los riesgos geopolíticos eran los principales obstáculos en la mente de los inversores de todo el mundo. A medida que nos adentramos en 2023, los mercados se han mantenido volátiles, con un enfoque muy descendente, centrados en factores relacionados con la inflación, la política de los bancos centrales, la guerra en Ucrania y las tensas relaciones entre EE. UU. y China. Sin embargo, conforme los mercados se guíen más por los fundamentales, creemos que la paciencia de los expertos en selección de valores puede verse recompensada.

 

Durante la tormenta perfecta del mercado del año pasado, los inversores hicieron frente a una conjunción de factores macroeconómicos y específicos de los mercados emergentes que afectaron a sus rentabilidades. Los mercados descontaban grandes cambios a medida que se cerraba el telón en un entorno de tipos de interés bajos, valoraciones elevadas, rentabilidad superior de las empresas (growth) y la determinante actuación de los bancos centrales. 2022 fue el preludio de un entorno de mercado radicalmente distinto, con subidas de los tipos de interés, inflación elevada, la guerra de Ucrania, la rentabilidad superior de las acciones value, la ralentización del crecimiento económico y la gran cantidad de factores negativos que provocaron la corrección de los valores chinos.

En un entorno de aversión al riesgo en general, el dólar estadounidense se fortaleció, lo que afectó a las valoraciones de las acciones en los mercados emergentes y dio lugar al peor año para esta clase de activos desde la crisis financiera mundial.[1]

Entretanto, mientras China hacía frente a un aluvión de factores negativos, solo unas cuantas economías emergentes resistieron en cierto modo a las presiones externas. Por ejemplo, México y la India, ambas economías principalmente defensivas y orientadas a la demanda interna, que últimamente también se han beneficiado de las medidas de diversificación de la cadena de suministro. Otras economías más resistentes se vieron favorecidas por el encarecimiento de las materias primas, como Indonesia (dentro de la ASEAN), Brasil y Sudáfrica.

 

No olviden las presiones mundiales

Creemos que los mercados emergentes se encuentran hoy en una situación mucho mejor que el año pasado. Su atractivo para los inversores se sustenta en unas valoraciones atractivas, especialmente si se comparan con las de sus homólogos de los mercados desarrollados. Tras varios años de rentabilidad inferior relativa,[2] creemos que la mejora de las perspectivas de los mercados emergentes se ve alentada por varios factores clave. Uno de ellos es el ritmo y el alcance de la recuperación económica de China tras el abandono de la estricta política de «cero covid» del Gobierno. Las buenas noticias económicas procedentes de China y de la India podrían ampliar considerablemente el diferencial de crecimiento de los mercados emergentes con respecto a los desarrollados en 2023.

Otro factor positivo es la disminución de las presiones inflacionistas en la mayoría de los mercados emergentes, mientras que la desaceleración de la demanda de los mercados  de tecnología y semiconductores en EE. UU. parece ser menos significativa de lo que se temía. Esto podría apoyar las perspectivas de los mercados orientados a la exportación, como Corea del Sur y Taiwán, si EE. UU. evita la recesión.

Hay otras tendencias favorables, como la diversificación de la cadena de suministro y la deslocalización, que pueden beneficiar a India y México, por ejemplo, mientras que Tailandia podría ser el principal beneficiario de una afluencia de turistas tras la reapertura total de China tras la covid‑19.

No obstante, cabe hacer una advertencia: los inversores deberán estar muy atentos a las difíciles relaciones entre EE. UU. y China, especialmente por lo que respecta a la actitud de Pekín hacia Taiwán. También es fundamental tener más claro el rumbo de la inflación en EE. UU. y, por consiguiente, del dólar estadounidense, ya que parece que aún no hemos salido del atolladero. Las señales monetarias apuntan a una reducción del excedente de liquidez en los próximos meses. Últimamente, el reajuste de la curva de tipos en función de los datos estadounidenses ha retrasado el final del ciclo de endurecimiento, impulsando al alza al dólar estadounidense y, en consecuencia, a la baja a la renta variable asiática y de los mercados emergentes. Por último, la debilidad del dólar estadounidense es un requisito previo para un repunte sostenido de la renta variable de los mercados emergentes.

 

Riesgos

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[1] Stock and bond markets shed more than $30tn in ‘brutal’ 2022
[2] Why the outlook for emerging markets is improving after years of underperformance

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