Calidad, flexibilidad y disciplina: la próxima fase del crédito
Este entorno exige un enfoque matizado, basado en un análisis bottom-up. Ante la probabilidad de que aumente la dispersión, los inversores tendrán que apoyarse en un profundo análisis fundamental para diferenciar a los emisores resistentes de los más expuestos a la fragilidad macroeconómica. La selección de sectores y emisores volverá a ser el principal motor de una rentabilidad superior.
En nuestra opinión, tanto Investment Grade como High Yield siguen siendo interesantes en términos fundamentales, apoyados por sólidos balances, saludables flujos de caja y atractivos rendimientos. Sin embargo, es probable que el camino que queda por recorrer esté marcado por una mayor dispersión y una mayor incertidumbre, lo que hace que la gestión activa y la selectividad del crédito sean esenciales.
El éxito de una estrategia crediticia en esta fase se basa en tres principios clave:
- Investigación fundamental rigurosa para identificar modelos empresariales sólidos y estructuras de capital resistentes.
- Asignación dinámica y flexibilidad entre calificaciones, regiones y estructuras para explotar el valor relativo.
- Gestión disciplinada del riesgo, manteniendo la diversificación y gestionando la duración para preservar la convexidad.
El mercado crediticio de finales de 2025 ofrece oportunidades y riesgos a partes iguales. Los fundamentos son tranquilizadores, los datos técnicos potentes y los rendimientos generosos. Pero bajo esta fortaleza se esconde un macroentorno complejo que exige humildad y precisión.
En resumen, el crédito sigue siendo un terreno rentable, siempre que se entre en él con discernimiento y no con complacencia.