Servaas Michielssens, Head of Healthcare, Thematic Global Equity at Candriam
La Unión Europea y Estados Unidos alcanzaron un acuerdo comercial el domingo 27 de julio de 2025. Sin embargo, aún persiste cierta confusión en torno al nivel de aranceles aplicables al sector farmacéutico. Una investigación en curso bajo la Sección 232 —que examina las implicaciones para la seguridad nacional en varios sectores sensibles, incluida la cadena de suministro farmacéutica— está previsto que concluya en las próximas semanas. Esto podría tener un impacto en el nivel de aranceles aplicados a las compañías farmacéuticas
Entonces, ¿qué pretende conseguir la administración Trump? Vemos tres objetivos principales.
En primer lugar, busca relocalizar la producción farmacéutica, crear empleo en el país y reducir la dependencia de cadenas de suministro extranjeras, como parte de una estrategia más amplia de seguridad económica y sanitaria.
En segundo lugar, hay un componente fiscal. Muchas compañías farmacéuticas fabrican medicamentos en países como Irlanda, donde las estructuras fiscales favorables reducen su carga impositiva global. Repatriar la producción permitiría a Estados Unidos recaudar más ingresos por impuesto corporativo.
En tercer lugar, los aranceles podrían utilizarse como herramienta para abordar el problema persistente de la disparidad en los precios de los medicamentos. Los consumidores estadounidenses suelen pagar considerablemente más que los pacientes en otros países desarrollados, y la administración podría usar los aranceles como palanca para presionar a las empresas a reducir esa brecha. Aunque los temas de precios y fabricación son distintos, están políticamente entrelazados.
Impacto en la industria
A corto plazo, el impacto en las empresas farmacéuticas es limitado. Muchos han aumentado preventivamente sus existencias en Estados Unidos para protegerse de las perturbaciones a corto plazo. A medio plazo, la industria ya ha respondido con más de 200.000 millones de dólares en inversiones[1] anunciadas para ampliar la capacidad de fabricación nacional estadounidense.
La administración Trump ha elogiado públicamente a varias empresas por estos esfuerzos, señalando su voluntad de dar tiempo a la implementación antes de aplicar nuevos aranceles. La realidad es que la creación de una infraestructura de producción no puede hacerse de la noche a la mañana.
Desde el punto de vista empresarial, los aranceles farmacéuticos pueden no ser tan perturbadores como los de otros sectores. Con unos márgenes brutos elevados, las empresas farmacéuticas pueden absorber aumentos modestos de los costes. Sin embargo, la complejidad reside en los precios de transferencia. Muchas empresas asignan un alto valor interno a los medicamentos fabricados en el extranjero, en parte debido a la propiedad intelectual que llevan aparejada. Esta práctica desplaza los beneficios -y, por tanto, los impuestos- a jurisdicciones con impuestos más bajos. Si se implantan aranceles, es probable que este planteamiento contable sea objeto de escrutinio.
Curiosamente, las empresas farmacéuticas con sede en Estados Unidos pueden estar más expuestas que sus contrapartes no estadounidenses. Muchas empresas estadounidenses han trasladado tanto la fabricación como la propiedad intelectual al extranjero para beneficiarse del arbitraje fiscal. En cambio, las empresas extranjeras suelen mantener una importante capacidad de producción en Estados Unidos y tienen menos incentivos para utilizar precios de transferencia agresivos.
¿Qué repercusiones tiene esto para nuestras carteras?
Los aranceles no son un factor importante en el posicionamiento de nuestras carteras del sector sanitario. Nuestras decisiones de inversión se basan principalmente en un enfoque ascendente, centrándonos en empresas cuyos productos y servicios marcan una diferencia significativa para los pacientes, abordan grandes oportunidades de mercado y están dirigidas por equipos de gestión competentes. Aunque evaluamos la exposición potencial a los riesgos geopolíticos, incluidos los aranceles, como parte del dimensionamiento de nuestras posiciones, estas consideraciones rara vez son factores clave en la construcción de la cartera. En cambio, damos prioridad a factores como la ventaja competitiva de la empresa, su potencial de crecimiento y la calidad de su gestión. Aunque los aranceles pueden afectar a determinadas empresas, en particular a aquellas con importantes cadenas de suministro o bien operaciones de fabricación internacionales, nuestros análisis indican que muchas empresas del sector sanitario ya han comenzado a adaptarse a los posibles cambios en la política comercial diversificando sus cadenas de suministro e invirtiendo en capacidad de fabricación nacional. Por lo tanto, aunque seguimos vigilando la evolución del panorama comercial, nuestra tesis de inversión sigue centrada en las fortalezas fundamentales y las perspectivas de crecimiento de las empresas de nuestras carteras.
Conclusión
Los aranceles farmacéuticos siguen siendo objeto de arduos debates, dada la investigación aún en curso bajo la Sección 232. A día de hoy, su impacto puede ser absorbido, pero estamos a la espera de más detalles sobre su aplicación concreta. En cualquier caso, la dirección es clara: mayor control estadounidense sobre la cadena de suministro farmacéutica, incremento en la recaudación fiscal y posibilidad de utilizar aranceles adicionales —a través de la Sección 232— como herramienta de presión en las negociaciones sobre el precio de los medicamentos.
[1] Fuente: Candriam, basado en diferentes artículos y cifras publicados entre los principales actores.