Dos años después de la adopción del Acuerdo de Kunming-Montreal, los avances en los objetivos mundiales de biodiversidad siguen siendo desiguales. A pesar de los compromisos, un número limitado de países (44 de 196) han presentado sus Estrategias Nacionales de Biodiversidad y Planes de Acción. Las partes han acordado presentar sus planes lo antes posible, con una revisión global prevista para la COP17 y la COP19.
Sin embargo, la COP16 fue testigo de importantes debates, especialmente en torno a la financiación de la biodiversidad y la protección de los derechos de los indígenas.
Un resultado positivo: Los pueblos indígenas tienen un puesto oficial en la mesa de negociación
Los pueblos indígenas, tal y como se definen en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007), se encuentran entre los más afectados por la pérdida de biodiversidad. El 1 de noviembrest, Los pueblos indígenas y las comunidades locales obtuvieron representación formal en un nuevo grupo de trabajo permanente dentro del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), basado en uno ya existente que era temporal. Esta decisión tiene por objeto aplicar el artículo 8, letra j), del Convenio:
Con sujeción a su legislación nacional, respetar, preservar y mantener los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y promover su aplicación más amplia con la aprobación y la participación de quienes posean esos conocimientos, innovaciones y prácticas y fomentar la participación equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de esos conocimientos, innovaciones y prácticas.
El grupo recién creado comprende un programa compuesto por ocho elementos centrados en la protección, promoción y respeto de los derechos humanos y la cultura indígena, así como en la distribución justa de los beneficios de la biodiversidad a las comunidades indígenas.
La mayor integración de los derechos indígenas en los marcos de la COP podría imponer nuevas responsabilidades a las empresas para que tengan en cuenta a las comunidades indígenas en sus proyectos, especialmente en la extracción de recursos. Esto tiene importantes implicaciones, ya que más de la mitad de los metales necesarios para la transición energética se encuentran cerca de tierras pertenecientes a poblaciones indígenas. Entre 2012 y 2023, 766 indígenas fueron asesinados por su activismo medioambiental, lo que representa el 36% de todas las muertes de defensores del medio ambiente[1].
Pocos avances en la reducción del déficit de financiación
La financiación de la biodiversidad sigue siendo un tema polémico, sobre todo entre los países que contribuyen a su degradación y los que sufren sus consecuencias. Tras la COP15, se creó un fondo temporal - el Fondo Marco Mundial para la Biodiversidad (GBFF) - bajo los auspicios del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). En los dos últimos años, este fondo ha recibido aproximadamente 250 millones de dólares de siete países, lo que representa sólo el 0,06% del ambicioso objetivo de financiación anual de 200.000 millones de dólares para 2030.
A pesar de las grandes esperanzas, la COP16 no dio lugar a un nuevo instrumento financiero para "recibir, movilizar y coordinar la financiación de todas las fuentes" bajo la autoridad de la COP para 2030. La conferencia puso de relieve la necesidad de un mecanismo de financiación sólido y sostenible, pero no se alcanzó ningún acuerdo vinculante.
También se debatieron soluciones alternativas de financiación. Aunque los créditos de biodiversidad de no fueron uno de los puntos centrales de los debates de la COP16, atrajeron una atención considerable tras la publicación de un informe el 28 de octubreth por parte del Grupo Asesor Internacional sobre Créditos de Biodiversidad. Este informe, impulsado por Francia y el Reino Unido, proponía principios de "alta integridad" para los mercados de biodiversidad. Provocó protestas públicas en torno a la COP16 y suscitó las críticas de los científicos, que identificaron importantes fallos en un sistema de este tipo.
El impacto de la financiación de la biodiversidad en los países y las partes interesadas sigue siendo incierto, ya que por el momento no se ha adoptado ningún acuerdo vinculante. Aunque mecanismos como el Fondo Marco Mundial para la Biodiversidad (GBFF) ofrecen algunas vías para movilizar recursos, su carácter voluntario y su dependencia de contribuciones intermitentes dejan lagunas en cuanto a la previsibilidad y suficiencia de la financiación.
Otro paso positivo sobre la información digital de secuencias y los recursos genéticos
Otro resultado significativo de los debates de la COP16 fue la cuestión de la Información de Secuencia Digital (DSI), que hace referencia a los datos genéticos de plantas y animales. Este tema es fundamental, ya que muchos recursos genéticos son utilizados y privatizados en gran medida por empresas con sede en el "Norte Global", mientras que los propios recursos proceden del "Sur Global". Estos materiales genéticos se utilizan en diversas industrias, como la farmacéutica, la cosmética y la alimentaria.
En la COP16, las partes alcanzaron un acuerdo preliminar para establecer un fondo financiado por las empresas que se benefician de estos recursos genéticos. Empresas subvencionables (definidas por umbrales específicos: activos totales > 20 millones de dólares, ventas > 50 millones de dólares y beneficios > 5 millones de dólares) deben contribuir en torno al 0,1% de sus ingresos, aunque esta contribución sigue siendo voluntaria e indicativa. Las industrias incluidas son la farmacéutica, la nutracéutica, la cosmética, la biotecnología, los equipos de laboratorio asociados a la DSI y los servicios de información y técnicos relacionados con los recursos genéticos.
Aunque este modelo financiero representa un paso hacia un reparto equitativo de los beneficios, no es vinculante, lo que refleja la resistencia de algunos países preocupados por las desventajas competitivas. Esta preocupación es especialmente acusada en el caso de Estados Unidos, que no ha ratificado el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal.
No obstante, este acuerdo ofrece a las instituciones financieras que quieran invertir en favor de la conservación de la naturaleza la posibilidad de comprometer a sus empresas participadas a realizar contribuciones conforme a este acuerdo.
Conclusión : todos los ojos puestos ahora en Azerbaiyán y Armenia.
La COP16 concluyó con una sensación de incompletud. Faltaban algunos elementos clave previstos, como planes nacionales exhaustivos, la aplicación de indicadores esenciales (como los relativos al riesgo de los pesticidas) y un marco más vinculante para la financiación de la biodiversidad. No obstante, cabe destacar algunos avances, en particular el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas, cuyo grupo de trabajo ha sido elevado a la categoría de permanente dentro del CDB, ganando así protagonismo dentro de su estructura. Además, la creación de un fondo de reparto de beneficios para los recursos genéticos fue un acontecimiento muy esperado, ya que proporciona un marco para la inversión por parte de las empresas del sector que deseen contribuir, al tiempo que sirve como herramienta de compromiso para las instituciones financieras.
Desgraciadamente, los escasos avances en la reducción de la brecha financiera, cuyos debates se han quedado estancados en la habitual división Norte/Sur, no están enviando señales positivas a los negociadores que están a punto de dirigirse a Bakú (Azerbaiyán) para participar en la COP29 sobre el clima, donde los debates sobre financiación ocuparán un lugar central. Una vez más, esto pone de manifiesto la necesidad de financiación del sector privado y el papel que pueden desempeñar los inversores a la hora de integrar en sus inversiones consideraciones tanto climáticas como de biodiversidad.
Como ocurre con la conclusión de cada COP, ya hay una gran expectación por la próxima conferencia. En Armenia, se espera que se revisen los planes nacionales de biodiversidad, junto con, potencialmente, soluciones de financiación más ambiciosas para la protección de la biodiversidad.
[1] Fuente: Globalwitness.org