La fabricación de armas no es sostenible. No existen excepciones.

Durante muchos años, y con el aumento gradual de la inversión ESG, los inversores han excluido el sector de la defensa de sus inversiones, debido a la naturaleza perjudicial del armamento, que a menudo ha servido para infringir los derechos humanos y ha tenido efectos devastadores en las vidas humanas y el bienestar general de la sociedad.

Ante la guerra que desatada por Putin contra Ucrania y que amenaza la estabilidad en Europa, hemos sido testigos de cómo la industria aeroespacial y de defensa, junto con ciertos actores financieros, han vuelto a encender un debate sobre la inversión sostenible en el sector de la defensa. La pregunta central en torno a este debate incluye los medios necesarios para preservar la paz, proteger la integridad territorial y lograr la resiliencia militar en Europa/Ucrania frente al conflicto sin una industria de defensa fuerte. Algunos inversores podrían tener la tentación de responder que la financiación privada del sector de la defensa puede desempeñar un papel en el establecimiento de dicha capacidad y resistencia militar. Puede que a algunos de ellos les mueva también el temor a perderse oportunidades económicas, tras la decisión de algunos países europeos de apoyar las exportaciones de armas a Ucrania e incluso de aumentar considerablemente sus propias capacidades militares (Alemania). 


Opinión de Candriam

En cualquier caso, nosotros pensamos que el refuerzo de la infraestructura militar de un país o de una entidad supranacional o la forma de responder a posibles amenazas militares no debería ser decisión de los inversores, y desde luego no de los inversores sostenibles. En efecto, aunque estamos profundamente preocupados por la guerra, nos parece increíblemente difícil defender la inversión sostenible en el sector de la defensa. Es una posición que hemos mantenido con firme convicción en Candriam desde que emprendimos nuestra trayectoria de inversión sostenible en 1996. El conflicto actual no pone en riesgo nuestra convicción y no creemos que deba llevarnos a dar pasos atrás en nuestra política de exclusión.

Sí, la guerra es terrible y a ella contribuyen las herramientas y armas que afectan a millones de personas y familias diariamente. Apoyar a empresas que producen y/o ayudan a suministrar armas, incluso para proteger a aquellos que reciben los ataques, no debería ser una decisión fácil de tomar para cualquier inversor con valores de sostenibilidad  firmes. La industria de la defensa es sumamente compleja, con muchos factores a tener en cuenta. Por ejemplo, ¿cómo pueden los inversores asegurarse de que las mismas empresas o equipos que ayudan a proteger a las naciones vulnerables hoy no ayudarán también a impulsar al atacante mañana? Como inversor, debido a la preocupación por la seguridad nacional, a veces es difícil obtener información detallada de las empresas de armamento, incluidas las listas completas de clientes finales, para garantizar que las inversiones no apoyan a regímenes opresivos y autoritarios que infligen daños a sus propios ciudadanos. En ese sentido, la exposición a esas empresas podría considerarse una vulneración de los principios de la ONU sobre la protección de los derechos humanos, una norma de gobernanza ampliamente aceptada para la inversión sostenible y respaldada por los principios de inversión sostenible de Candriam.

Para complicar aún más la cuestión, a la hora de evaluar las empresas de armamento para invertir, es fundamental distinguir entre las armas convencionales y las controvertidas, ya que estas últimas han sido prohibidas por varios tratados internacionales debido a sus efectos perjudiciales no discriminatorios sobre la población civil. Aunque esto pueda parecer sencillo, incluso los inversores centrados en la sostenibilidad, como Candriam, y los proveedores de datos especializados encuentran dificultades para determinar la verdadera implicación frente a una «alta probabilidad» de implicación. Todos estos factores unidos constituyen riesgos muy elevados que, en nuestra opinión, son inaceptables en los fondos ESG.

La inversión sostenible es uno de los pilares de los principios fundacionales del Plan de Acción de Finanzas Sostenibles de la Unión Europea. Poco después de la publicación de la Taxonomía Medioambiental de la UE, Europa empezó a definir una Taxonomía Social para establecer un marco común con el que evaluar qué actividades económicas contribuyen positivamente a la sociedad en lo que se refiere a trabajo digno, niveles de vida adecuados y sociedades inclusivas, sin perjudicar sustancialmente otros objetivos sostenibles. En las propuestas presentadas en 2021, la industria de la defensa se puso en el mismo saco que las empresas de tabaco y de juegos de azar. La sugerencia era etiquetar estas industrias como «perjudiciales» y no sostenibles. ¿Quién iba a pensar que, solo unos meses después, algunas voces sugerirían que la defensa podría considerarse potencialmente conforme a los objetivos de la Taxonomía de la UE de realizar una importante contribución ESG o no causar ningún perjuicio? Bajo nuestro parecer, la tecnología no es neutral en este sentido y las exigencias de no causar un perjuicio significativo y de salvaguardas mínimas por sí solas serían difíciles de cumplir para las empresas de defensa y las empresas de armamento en particular, habida cuenta el impacto indiscriminado y el daño indebido causado.

Sí, por supuesto que la inversión sostenible y responsable tiene matices. Sin embargo, cuando nos referimos a las estrategias puramente ESG, ¿hasta qué punto vamos a retorcer el relato para adaptarlo a los diferentes argumentos y perspectivas sobre lo que se considera sostenible o no? ¿Acaso no es el propósito de la Taxonomía ser un consenso científico (y no político) basado en un juicio moral y lógico sólido que aporte consideraciones apropiadas a todos los impactos de nuestras actividades de inversión?

Un mundo sin guerras es una visión irreal y utópica del mundo. La defensa es un medio para que los gobiernos mantengan la paz, la estabilidad territorial y la integridad. Sin embargo, en Candriam creemos que todo esto va más allá de las responsabilidades de los inversores sostenibles y que es un debate que debe darse dentro de los gobiernos elegidos democráticamente y entre estos. Los inversores no pueden resolver la cuestión de las armas y la defensa, ya que el capital privado no puede decidir por cuenta de los países. Bajo nuestro punto de vista, tenemos la responsabilidad fiduciaria de invertir por cuenta de nuestros clientes de la manera más sostenible. Nuestros clientes confían en nosotros por nuestras convicciones y nuestra capacidad para invertir de forma verdaderamente sostenible, sin apartarse de los principios de la sostenibilidad debido a los acontecimientos políticos mundiales.

Las fronteras nacionales y la política no deben confundirse con nuestro papel de inversores sostenibles.

  • Wim Van Hyfte
    Wim Van Hyfte, PhD
    Global Head of Responsible ESG Research & Investments, Member of the Executive Committee

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